viernes, 2 de mayo de 2014

kupaima

Vivir allí, no entre las paredes que conforman su casa, sino siendo sus paredes. No quedarse bajo su ala, sino ser su techo y sus lluvias. No mirar el paisaje a través de la ventana, sino ser el paisaje y la ventana y el árbol con que está construida la ventana, y el viento que meció el árbol y el oído que oyó pasar el viento…y ese vocablo único, callado, verdadero que acuna las veredas de cal, los muros y la casa; única imagen que sujeta el adentro y el afuera. Ahí dije si a la sensación, a la espontaneidad, a la levedad, sin ataduras, sin cerrazones, multivalente, libre, eterna robándole poemas al silencio con intuición precisa y justa. Ahí… nunca la no acción, no al espejismo, no a la interpretación subjetiva, no al discurso y al artificio, no a la rigidez, no a un solo sentido premeditado y encausado, no adverbios, no adjetivos, no explicaciones, no descripciones, no función intelectiva. Si al gran sentido. Ahí …a la manera vaga , como se expanden las ondas en el agua, cuando se arroja una piedrecilla desnuda y temerosa, ahí… donde queda el sonido sosegado que se abre al propio centro para comulgar con él, para dar lugar a la impermanencia, para dar lugar a todas las posibilidades. Ahí… donde la belleza primitiva asombra mis ojos, ahí donde la mirada goza de una extrañeza limpieza y natural serenidad, ahí donde sucede ese milagro inicial, de esa fascinación primera, se alimenta el corazón… amorosamente en silencio…ese mi corazón que lee el ritmo discreto del cosmos…ahí, en donde probablemente encontraremos el propósito de este amor profundo. Ahí….donde habita ese corazón…. Ese…con su deseo urgente de comunicarte la inmensidad de lo breve, de lo simple, de lo pequeño, de lo evidente extraordinario, de lo que sucede en voz baja en el alma de los seres de la naturaleza, incluyendo a la nuestra. Cupaima/mayo/2014. Lucy ovilla